Esta historia va dirigida a todos los padres de familia que enfrentan la homosexualidad de alguno de sus hijos. Este es el relato de una madre llamada Clo, la cual tiene dos hijos: una niña y un niño. Esta puede ser una historia muy parecida a muchos de los que siguen mis escritos. Padres y madres que sospechan que sus hijos tienen tendencias homosexuales pero que en muchas ocasiones no se atreven a confrontar por temor a confirmarlas y además por no saber como enfrentar la nueva realidad: la homosexualidad de alguno de sus hijos.
En la niñez de la hija de Clo no fué notorio ningún signo de homosexualidad, sólo su timidez pero Clo sabía que esto no hacía a su hija diferente. Siempre pensaba: “es una niña tímida, ¿No por eso es homosexual?”. Clo siempre tuvo buena comunicación con su hija esperando que algún día le abriera su corazón, pero para la hija de Clo no era fácil debido a que ella tampoco tenía claro lo que sentía. En ocasiones jugaba bolas y fútbol con sus amigos, ¿pero es esto suficiente indicio para enmarcarla como homosexual? o es sólo la libertad de este nuevo milenio que da cabida a que hombres y mujeres realicen diversidad de actividades por igual.
Al llegar la adolescencia, tenía amistades de ambos sexos, pero sin dedicarle especial atención al sexo opuesto. ¿Es acaso esto una señal? se preguntaba Clo y siempre se respondía: “mi hija tiene claros sus objetivos, no desea tener novio, ni tener hijos a temprana edad; ella quiere estudiar”. Clo recuerda que su hija tuvo su primer novio a los 15 años. Cuando lo presentó en casa, ella y su familia pensaron que esta nueva etapa dejaría atrás las dudas a cerca de su identificación sexual. En una ocasión su hija le manifestó lo indignada que se sintió cuando su novio le “tocó sus pechos”, le llamó irrespetuoso y se escandalizó a tal punto que dió por terminada la relación que apenas comenzaba. Para el corazón de Clo, esta reacción exagerada fué una de las señales que después reafirmarían que su hija era gay.
Cuando la hija de Clo inició la universidad, algunas veces le prestaba atención a maquillarse. Otras tantas veces, salía desaliñada dejando que su belleza pasara desapercibida. Le encantaba vestir jeans, pero acaso todas las mujeres que les encanta usar jeans y deciden no maquillarse son homosexuales? La hija de Clo, se enfocaba en estudiar y disfrutar su proceso de aprendizaje. Clo en ocasiones la forzaba a ser más femenina y a seguir las reglas de toda mujer: maquillarse, usar vestidos, tacones, carteras. Su hija lo hacía para darle gusto a su madre, a sus abuelas y a su tía. Pero lo hacía más por una obligación con su familia que por placer. En ocasiones Clo alcanzaba a escuchar algunas de las conversaciones de su hija con sus amigas y observaba la conexión que ella tenía con sus mejores amigas. ¿Pero es acaso signo de homosexualidad que tengamos mejores amigas? ¿Acaso todas las personas que tenemos estrechos lazos de amistad con personas del mismo sexo, por eso y sólo por eso somos homosexuales? Las señales no eran contundentes pero el corazón de Clo le decía que algo había diferente. Clo recordaba que en su adolescencia ella también había sido tímida pero a diferencia de su hija le habían gustado muchos niños de su barrio: altos, bajitos, gordos, flacos, crespos, lacios, blancos, negros. Su hija no era igual, pero Clo se contestaba: “esta es otra generación”
Esta adolescente que ya se proyectaba como profesional empezó su historia laboral. Clo se dió cuenta que su hija mostraba como su papá el gusto por las mujeres. Cada vez era más evidente y al confrontarla de manera amable, la hija de Clo siempre se adelantaba con una negación. Su trabajo la hacía vibrar y de hecho era su refugio, era su manera de evitar enfrentar sus fantasmas, sus “demonios”. Con el pasar de los años a Clo le inquietaba que su hija que pasaba por largos trances de depresión y poca comunicación pensara en el suicidio. Un día Clo se armó de valor y le dijo a su hija que aunque estuviera enfrentando el problema más grande y estuviera en ese encierro emocional, buscara ayuda para evitar el suicidio. Junto con su esposo llevaron a su hija a visitar un sicólogo. No fue de mucha ayuda porque la hija de Clo seguía en su negación pero al menos ella conoció que existían otros tipos de ayuda y que sus padres estaban dispuestos a apoyarla. Era una forma de enfrentar la homosexualidad de su hija de forma más directa.
Después de muchos años de recibir en secreto el apoyo incondicional de su hermano menor y confidente, de tener novia a escondidas, de muchas mentiras y de consultar con su corazón, la hija de Clo se decidió a hablar. Ella sentó a sus padres en la sala y en medio de un llanto liberador les comunicó que era gay. Sus padres lloraron con ella, la abrazaron y le dijeron que siempre lo habían sabido, que estaban para entenderla y que el amor que sentían por ella no iba a cambiar. Clo estaba más tranquila, su hija había “salido del closet” se había liberado de la cárcel en que se encontraba. Ahora tenía la posibilidad abiertamente de tener novia. Había dado un gran paso el cual la llevaría por el camino de recuperar el tiempo perdido en su recorrido emocional y la búsqueda de su felicidad. Su hija era homosexual, pero seguía siendo amorosa, responsable, trabajadora, emprendedora, lo único que había cambiado era su identificación sexual. Todos habían descubierto que la mejor manera de enfrentar su homosexualidad era con el amor, la comprensión y el respeto. El amor seguía siendo el mismo, lo único que Clo quería era la felicidad de su hija, por eso ahora Clo es feliz con sus dos nueras.