El 24 de Agosto de 2016 fue un día histórico para nosotros los Colombianos, se firmó el Proceso de Paz en Colombia y este será el inicio de un nuevo proyecto de vida colectivo en nuestro país. Mi madre me contaba historias de su niñez teñidas de violencia. Desde la muerte de Gaitán se inició un camino de guerra en nuestra nación que hemos heredado por varios ciclos de vida. Ella contaba que viviendo en Sevilla, Valle familias enteras habían desaparecido. Sus primos habían sido asesinados y sus fincas desalojadas. Por varias generaciones hemos aportado los muertos en nuestro territorio y en diferentes “oleadas’ de guerra cómo decía un amigo. Quiere decir que durante mis casi 52 anos de vida hemos tenido conflicto armado, muchos años ignorado por nuestros gobernantes por cuidar nuestra imágen en el exterior y de unos gobiernos hacia acá reconocido como un problema que hay que solucionar.
Nuestro colectivo ha heredado el rencor, el resentimiento, la venganza y el odio producto de la guerra y hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad de dejar un legado diferente a nuestros descendientes. Si partimos de que estos sentimientos son negativos y lo único que atrae son situaciones de conflicto, por qué seguir desperdiciando nuestra energía como país si podemos cambiar nuestro pensamiento colectivo y construir una realidad sin guerra? Pasar del rencor, el resentimiento, la venganza y el odio al perdón es un camino largo y empedrado pero fructífero. En muchas ocasiones cuando las personas se reúnen a conversar un cafecito, o están en alguna asamblea o alguna celebración la mayoría de las conversaciones en diferentes medios tienen marcada la tendencia a alimentar sentimientos negativos, desde la criticadera, pasando por comentarios donde aflora la envidia hasta llegar a nuestro ego, el cual no permite que valoremos el aporte que hacen los demás, esto es algo que debemos reconocer. Reconocer que nos falta mucho para otorgar el perdón es una señal de humildad y es un buen inicio para este proceso.
Como decía Gandhi “La persona que no está en paz consigo mismo, será una persona en guerra con el mundo entero” Continuar arrastrando nuestra historia como víctimas de la violencia no conduce a nada positivo, es una carga tan pesada como el plomo que no nos permite crecer ni como individuos ni como pueblo. Con oponernos a un proceso de paz no conseguiremos revivir nuestros muertos pero el apoyarlo nos brinda la posibilidad de una mejor nación a los que continuamos vivos. Es nuestro deber como seres racionales avanzar en nuestros sentimientos hacia la búsqueda del perdón, dejar atrás nuestro lamentable pasado y construir en él Aquí y en l Ahora un nuevo país. Pensar en un nuevo proyecto de vida individual para sanar desde el perdón y edificar un colectivo que nos permita ver el progreso en nuestra patria.